Que el Sr. Enrique Villareal es el puto amo ya lo sabíamos. Que los miembros de su banda son todos unos capos también. Así, sin incógnitas que despejar ni álbum nuevo que presentar, el fin de semana del 28 y 29 de marzo con todo el papel vendido pudimos disfrutar en la Sala Óxido de Guadalajara de dos noches de Rock and Roll donde nos lo pasamos en grande. Dos horas y media de espectáculo, cerca de 40 canciones y un setlist muy acertado, con mayoría de clásicos de BARRICADA, pero también una excelente representación de las encarnaciones del Dr. Gas como TXARRENA, LA VENGANZA DE LA ABUELA o más recientemente en solitario como simplemente EL DROGAS.

Después de dos años y medio recorriendo los escenarios del país con la gira “Barricada – 40º”, en un constante baño de masas recuperando el cancionero de la banda pamplonica por encima de modas y estilos musicales, EL DROGAS a sus 65 años no ha querido que la maquinaria se enfriara en exceso, disponiendo para este 2025 un nuevo periplo de salas en invierno y festivales veraniegos, en los que de nuevo varias generaciones de seguidores podremos dar cuenta una vez más de la honestidad y autenticidad de uno los personajes que más lustre y brillantez han dado al Rock estatal. Habitual en la última década de los escenarios de Guadalajara, el XX Aniversario de la siempre de diez Sala Óxido, sería una vez más el acicate perfecto para que 500 personas se repartieran cada noche sendos carteles de “todo vendido”.

Con puntualidad extrema, a las 11:00 de la noche del viernes se levantaba el telón y una locución con la voz grabada del protagonista nos ponía en alerta sobre lo que se venía encima, ocupando en solitario el escenario un siempre elegante y de colorido vestuario Enrique al micro y Txus Maraví a la guitarra con el inició “desenchufado” de “Fue 24D… ¿y qué?”, antes de que el contraste con las partes más cañeras del tema —ya con la base rítmica de Flako al bajo y Nahia Ojeta a la batería— denotarán que el sonido limpio y rompedor de una banda totalmente engrasada nos iba a acompañar durante toda la velada.

La banda marcaría el terreno con un primer bloque sin pausa de 35 minutos donde algunos de los temas más reconocibles de TXARRENA como “Nos queda poco tiempo” o “Nada sin ti”, junto a otros de su más reciente etapa en solitario —como las mordaces “Come Elefantes” y “Peineta y Mantilla”, servirían de piedra de toque para lo que vendría más adelante, salpicando todo ello con algunos toques de corneta en forma de clásicos de BARRICADA como “Problemas”, “Objetivo a Rendir” o “Víctima” con los que tanto seguidores como público más ocasional poder comenzar a sentir hervir de verdad su sangre con la música del cuarteto.

Tras este primer envite, el de la Txantrea se tomaría un respiro para saludar a los presentes y resumir lo que íbamos a presenciar esta noche, bromeando sobre cómo iban “a destrozar un puñado de canciones”, lo que se traduciría en la presentación de varios temas clásicos con nuevos arreglos, como la siguiente “Bahía de Pasaia”, donde bajo un prisma musicalmente más sosegado que en la original y con El Drogas tirando de megáfono, pudimos apreciar la gran labor de Eugenio Aristu “El Flako” no sólo a las cuatro cuerdas, sino también convirtiéndose en protagonista de esa segunda voz rasgada marca de la casa, con un Nahia también aplicado en los coros, dejando constancia de su finura y buen hacer a las baquetas, haciéndonos olvidar a un elemento tan importante en los últimos años de la banda como ha sido Brigi Duque, y rematando la jugada un Txus Maraví muy protagonista con su guitarra aportando nuevos dibujos y una personal interpretación de muchos de los solos de los temas clásicos, convirtiendo al cuarteto en una máquina perfecta.

La recientemente publicada “Puede ser”, con el conflicto saharaui en primer plano, daría paso a una más desenfada “Empujo pa’kí”, el que fuera primer single de la historia de Enrique en solitario como TXARRENA en aquel ya lejano año 1992, antes de que la excitación de la parroquia ganara varios enteros con una endulzada y coreadísima “Deja que esto no acabe nunca”. La configuración del setlist de esta gira me parece un acierto, pues la banda no se conforma con ir a saco con un repertorio que podrían configurar únicamente con los mayores éxitos de BARRICADA como en la gira anterior, aportando el contraste oportuno con temas de timbre acústico pertenecientes a las más recientes muestras de la creatividad incontestable de nuestro protagonista, como las conmovedoras “Collar abandonado” y “Cordones de mimbre” con su mirada puesta en la enfermedad del Alzhéimer.

Uno de los temas más emblemáticos en directo como “La hora del carnaval” marcaría el punto de inflexión de la actuación, con todo el mundo dispuesto a poner sus gargantas al servicio de la causa, Enrique sacando la armónica para “Debajo de aquel árbol”, y lanzándose el cuarteto ahora sí en una irrefrenable carrera cuesta abajo a través de imborrables clásicos como “Por salir corriendo”, “Tan fácil” o “Cuidado con el perro”, poniendo toda la carne en el asador con un final de traca en el que enlazarían una emotiva “Pétalos”, con la abrasiva “Pon esa música de nuevo”, el recuerdo a ALARMA y Manolo Tena con la incontestable versión de “Frío” y el himno de “Okupación” dando el mejor pretexto a los más exaltados para gritar, saltar y corear como si no hubiera un mañana unos temas que son banda sonora de varias generaciones amantes del mejor rocanrol, antes de presentar El Drogas a sus compañeros y tomar el camino hacia camerinos con una más que bien recibida “Azulejo Frío”.

Creo que el más exigente de los presentes se daría por satisfecho si la actuación hubiera llegado a su fin en este momento, pero cuando El Drogas volvió en solitario al escenario vistiendo sotana y portando guitarra acústica para enredar también con una remozada “En nombre de Dios” —otra de las de letra afilada que Polygram en el momento de mayor éxito de la banda pamplonica a finales de los ochenta decidió incomprensiblemente censurar— fue evidente que los “postres” que nos esperaban para cerrar tan suculento menú musical iban a ser de aúpa, con una siempre vacilona y stoniana “No sé qué hacer contigo” y la mala leche de “Lentejuelas” coreadas por todos, antes de rematarnos por completo con ese himno a la fiesta que siempre es “En Blanco y Negro”.

El ambiente era eléctrico y después de una nueva retirada en falso, la banda volvería para ahora sí cerrar con la tripleta decibélica ganadora de “Noches de Rock & Roll”, “Oveja Negra” y el tema que no podía faltar en cualquier concierto de BARRICADA y que ha quedado marcada a fuego en la historia de la música española, un “No hay tregua” mil veces versionado en verbenas y fiestas populares como despedida de una actuación sobresaliente por parte de una banda y su apreciado líder, que terminarían varios minutos sobre el escenario recogiendo todo el cariño y gratitud de una “parroquia” para que la mayoría de temas de esta noche han sido Banda Sonora de buena partes de nuestras vidas.

El sábado la banda repetiría actuación, dejándonos saciados por completo a los que presenciamos ambas actuaciones, con un show muy similar como es lógico al del día anterior, pero en el que aun pudieron rescatar alguna gema escondida entre el cancionero de BARRICADA como una aceleradísima “Enemigo público número 1” y un himno como “Todos Mirando” que no había aparecido extrañamente en el setlist de la noche anterior.
Además de recomendar encarecidamente las próximas fechas de la banda si pasan cerca de tu ciudad, sólo nos queda agradecer enormemente la disposición de BLACK IZAR —agencia de EL DROGAS— por las facilidades dadas en la noche del viernes.
Crónica y fotografías: Álvaro Arroyo
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